Competencia Digital y profesorado competente. La necesidad de un cambio de rumbo.
Tras ver el vídeo de la UD 1 del curso "Enseñar y evaluar la competencia digital" del INTEF #CDigital_INTEF y los comentarios de los compañeros y compañeras
sobre él mismo, puedo mostrar mi total grado de acuerdo con el hecho de
que nos encontramos ante un gran reto, que no es otro que incorporar a
la escuela a actual al desarrollo de la competencia digital, aunque yo
iría más allá, pues creo que asumir el nuevo rol de los centros
educativos y del profesorado es intentar caminar de la mano de la
sociedad en la que vivimos.
Desde hace ya bastante tiempo, me da la sensación de que los sistemas
educativos que se improvisan en nuestro país y se suceden con una
frecuencia bastante indeseable, así como el hieratismo de la
administración educativa o, por qué no decirlo, la falta de iniciativa,
quizás de valentía, para liderar un cambio educativo real, viven
anclados en un sociedad que ya no existe e intentan "preparar" a su
alumnado para "retos" sociales del pasado.
Tree by Geralt PD
Quizás el primer paso será la concienciación de la comunidad
educativa, no sólo del profesorado, de la necesidad de trabajar en pos
de la competencia digital. Igualmente, esta concienciación ha de ir
ligada a una obligatoriedad tanto, en la formación inicial y permanente
del profesorado, como de la aplicación de metodologías de enseñanza que
fomenten el aprender haciendo. Hace muy poco leía una entrevista
(http://bit.ly/1bSnFfD) en tiching, en la cual Mercé Gisbert (@Merce_G)
hablaba de la necesidad de valorar periódicamente la competencia
digital del profesorado. Evidentemente no podemos conseguir, ni siquiera
suponer una capacitación profesional docente en lo referido a la
competencia digital de un día a otro, pero si ha de darse, más pronto
que tarde, un paso definitivo hacia la exigencia de una formación
inicial, para los que están en esa época, y de una formación vinculante y
obligatoria para aquellos y aquellas que ya están en su desempeño
profesional.
En el caso de Andalucía, como docente convencido de la necesidad del
trabajo referido al desarrollo de la competencia digital, me causa
estupor y sufrimiento ver tablets y ultraportátiles con que la
Consejería a equipado a los centros, guardados en armarios, o pizarras
digitales, de gran coste económico, usadas en un porcentaje muy alto de
ocasiones como un simple cañón retroproyector. Creo que ha dejado la
hora de buscar culpables, que si la administración no se ha preocupado
de formar a los centros o profesorado, que si el equipamiento no es el
adecuado, que si el profesorado no es nativo digital, que si la sociedad
va mucho más rápido que la escuela y un largo etcétera, y, de una vez
por todas, ponerse manos a la obra y, sin lugar a dudas, todo pasa por
un proceso de formación permanente acorde a las exigencias de la
sociedad.
Por otro lado, se habla mucho de nativos digitales y si entendemos
por tal, personas que por haber nacido rodeados de tecnología tienen un
gran dominio de las mismas, he de diferir con ello. La experiencia de
aula me dice que el alumnado usa mucho la tecnología, pero de forma muy
básica y, en la mayor parte de los casos, como parte de su ocio o tiempo
libre. Rara vez se capacita al alumnado a usar los dispositivos móviles
u otros elementos de gran potencialidad para estar conectado con el
mundo y con el avance y producción cultural. Digamos que sí, que viven
rodeados de tecnología, pero que el uso que de ella hacen es muy
limitado. Sería el momento de preguntarse la razón: familias
sobrepasadas por el avance tecnológico, docentes anclados en la que
María Acaso llama escuela bulímica; memorizar contenidos para vomitarlos
en un examen, poca disposición de los centros al uso de la tecnología,
bien por desconocimiento, mayormente por miedo a perder el control del
proceso de ENSEÑANZA-¿aprendizaje?. En definitiva, considero que habría
que replantear el concepto de nativos digitales.
Finalmente, esto no es una moda pasajera, es una necesidad ¿cómo va a
preparar la escuela al alumnado sin el uso COMPETENTE de la tecnología?
Creo que es algo impensable, no solamente para los que estamos
convencidos de ello, sino para todos aquellos y aquellas que o bien no
se atreven (nadie los obliga), o bien no se ven capaces (nadie controla
su proceso de capacitación, ni lo hacen vinculante), o bien no les gusta
(nadie supervisa el aspecto vocacional y profesional). Como dije líneas
arriba, es momento de pasar a la acción, de intentar dejar a un lado la
burocracia (el papel lo aguanta todo) y producir un cambio cualitativo
en la metodología de enseñanza de nuestras aulas.
Para ello, más que unas reflexiones, planteo unas preguntas:
1. ¿Cuándo se comenzará a dejarse asesorar por aquellos docentes
innovadores que están protagonizando dicho cambio y que están obteniendo
muy buenos resultados, no solamente en términos cuantitativos, sino, lo
más importante, en el plano cualitativo?
2. ¿Para cuándo una vinculación de la carrera docente a la formación
permanente y la implicación profesional?
3. ¿Establecemos una relación entre el coste económico que ha supuesto
en mi región equipar a los centros con ultraportátiles, tablets,
pizarras digitales y el grado de uso que están teniendo? La misma
operación habría que hacer entre el coste económico de la formación
permanente y el número de docentes que acuden a ella, en primer lugar y,
después la aplican, en segundo y más importante término.
4. ¿Cambiamos o seguimos este rumbo?
Como epígrafe me gustaría referirme a experiencias recientes que he
vivido, a través de las cuales he podido participar en acciones
formativas con estudiantes de magisterio. El ABP, no tanto, pero el uso
de dispositivos móviles, BYOD, el trabajo colaborativo y cooperativo, la
flipped classroom son, en términos generales grandes desconocidos para
la futura generación de docentes. La innovación no está en estos
momentos en la universidad, sino en las aulas de una parte del
profesorado muy implicado y comprometido con el cambio que nuestra
escuela merece. Creo que es momento de hacerlos visibles, de
convertirlos en líderes y de reconocerlos, por parte de la
administración y la sociedad, como su trabajo merece.
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