Ser competentes para enseñar la competencia digital: mito o realidad en un centro educativo

Tras la visualización del vídeo con las ideas clave de la segunda unidad de CDigital_INTEF, son varios los temas que considero interesante y necesario tratar.

En primer lugar, si bien la definición que de competencia hace la RAE (Pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado) es bastante precisa a efectos terminales, es decir, cuando uno es competente se supone con pericia, aptitud, etc. Ahora bien, cabría preguntar qué sabemos del proceso de adquisición o mejora de dicha competencia. En este sentido, no puedo estar de acuerdo con lo que refleja la ANECA (El conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes que se adquieren o desarrollan mediante acciones formativas coordinadas, las cuales tienen el propósito de desarrollar conocimientos funcionales que den respuesta de forma eficiente a una tarea o problema de la vida cotidiana y profesional que requiera un proceso de enseñanza y aprendizaje), que si bien se refiere a aprendizajes funcionales, viene a señalar que el proceso de adquisición de una competencia se basa en acciones formativas coordinadas. Creo que no me equivoco si dijera que un porcentaje elevado de personas competentes en diferentes áreas han adquirido o desarrollado la misma mediante estrategias diferentes a acciones formativas coordinadas, por medio de la experiencia, la práctica, etc. Ni que decir tiene que cualquier competencia se verá beneficiada si se trabaja desde acciones formativas coordinadas y, en mucho casos, puede que sea la única forma de adquirirla, pero hemos de ser conscientes, que en la actualidad y ya refiriéndonos a la competencia digital, el grado de competencia ha dependido de mucho factores, los cuales están normalmente alejados de acciones formativas. Este hecho nos puede hacer entener la reflexión que pretendo compartir en las próximas líneas.

A la pregunta de si se trabaja la competencia digital en mi centro, la respuesta es un no con matices.

Es cierto que algunas de las competencias del ciudadano digital y algunas de las dimensiones referidas a la competencia digital si están teniendo cabida en nuestras aulas, si comparamos las mismas con las de hace unos años. No podemos negar la evidencia de que el profesorado, al principio reticente, va permitiendo la entrega de trabajos elaborados por medio de herramientas digitales, que cada vez es más común la consulta por parte del profesorado y del alumnado de contenidos y recursos de la red para, en el caso de los primeros "enriquecer" sus clases y, en el caso de los segundos, realizar trabajos o responder preguntas o tareas planteadas en dichas clases. No obstante, de este hecho a afirmar que la competencia digital se trabaja en el centro, hay una gran distancia, o ya que estamos hablando en términos digitales, una gran brecha.

La competencia digital se afronta en mi centro, y creo que en muchos centros, de forma puntual, esporádica e individual y todo ello depende de lo competente que sea el docente o la docente. En este último año en que he estado inmerso en acciones formativas relacionadas con estos temas, he podido constatar que existe un miedo atroz a lo desconocido, a cómo reaccionará el alumnado ante el protagonismo que el uso de medios digitales les cede, al cambio de rol y, sobre todo, a perder el control del aula, puesto que muchos de nuestros compañeros y compañeras, a la hora de trabajar contenidos tales como la creación de producciones digitales, el uso de redes sociales, la introduccion de tablets, dispositivos móviles, etc. son víctimas de una gran incertidumbre ante la citada pérdida de "control" de la situación.

De este modo, la competencia digital, de forma estructurada y programada sólo es trabajada por algunos docentes y, en rara ocasión, teniendo en cuenta las diferentes dimensiones que ella lleva implícita. 

Ahora mismo, y repito, salvo contadas ocasiones, las única competencias relacionadas que se trabajan con cierta asiduidad son la de buscar información -no curarla, cribarla o contrastarla- y la de creación o expresión, en aquellas áreas en que su docente se ha dado el paso al empleo de un blog o wiki. 

Como aspecto muy puntual, mediante charlas externas, se está empezando a trabajar la competencia relacionada con la seguridad en entornos digitales. Para ello se acude a apoyos por parte de organizaciones de consumidores o la misma Policía. 

Pero, volviendo al tema inicial e intentando responder a la segunda pregunta que se nos plantea de cara a esta reflexión, el principal aspecto que habría de cambiar en mi centro, y en muchos otros centros, es la formación del profesorado, el hacer competente al profesorado para poder trabajar esta competencia. 


Por tanto, y confieso que llevo varios años en la lucha, considero que el primer paso sería la concienciación del profesorado, mucho más allá que los medios que dispongamos (Véase corriente BYOD, muy extendida en Estados Unidos). 

Dicha concienciación habría de pasar, y aquí estoy totalmente de acuerdo, por el planteamiento de acciones formativas coordinadas mediante las cuales se adquieran las diferentes competencias del ciudadano-docente digital y, como no puede ser de otra forma, de obligado cumplimiento por parte del profesorado. Como dije en una de mis anteriores entradas, es momento de pasar a la acción y, sin prisa, pero sin pausa, ir incorporando a cada vez más docentes al dominio de la competencia digital.

 Siluetas en red. Geralt. PD

Para el cumplimiento del anterior propósito veo imprescindible la colaboración y complicidad de los equipos directivos, los cuales han de liderar acciones formativas en el centro, alejadas de la descontextualización de cursos convocados por agentes externos y que no recojan las características específicas de su alumnado y claustro y, en las cuales, bien mediante apoyos externos, bien mediante la guía de compañeros y compañeras que dominen la competencia en cuestión se vaya integrando al claustro en esta temática. En este sentido, al menos en la comunidad andaluza, los centros pueden desarrollar formaciones en centro en las que se implique un amplio número de docentes del claustro (lo idóneo sería que el 100%, aunque la normativa sólo exige más del 50%) y los CEPs han de dar respuesta a esa demanda. Por tanto, y permítaseme la expresión, la mesa está servida, lo único que faltan son comensales con ganas de comer. 

Ni que decir tiene que dicha acción formativa ha de partir con el compromiso del claustro, no sólamente de "aprender", sino, y mucho más importante, de aplicar al aula.

Por otro lado, y al igual que he hablado de la obligatoriedad de dicha formación, también es justo señalar que aquel profesorado que se anima a dar el paso y empieza a trabajar la competencia digital en cualquiera de sus vertientes, no abandona ese camino, puesto que sus clases comienzan a ser más atractivas para el alumnado, ganan significativad de cara a la vida fuera del centro y, lo más importante, permiten aprendizajes funcionales con los cuales el alumnado y el profesorado aumentan su grado de satisfacción.

Por tanto, y una vez más, desde mi humilde posición de maestro, solicito a las autoridades competentes que tengan la valentía de dar el paso al frente que se requiere para que los centros se incorporen al trabajo de la competencia digital y comprendan que el dotar a los mismos con pizarras digitales, tablets, ultraportátiles o todo aquello que venga en el futuro y que supone un gran coste económico, no tendrá ningún sentido si no se asegura su correcto uso.
 




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