Qué es y qué debería ser la asesoría de formación de un CEP

Siguiendo con las reflexiones de final de este curso, vamos a tratar en la entrada de hoy la figura y funciones de las asesorías de formación de los centros del profesorado.

Evidentemente, como viene siendo habitual en este blog, las reflexiones e ideas que muestro a continuación se basan en mi experiencias, percepciones y creencias personales.

Como punto de partida, para evitar que haya malentendidos o sorpresas por mis reflexiones, diré que durante los últimos cursos escolares me he venido planteando optar a una plaza de asesor de formación, hecho que finalmente pude materializar el curso pasado, con lo cual a lo largo del que ahora está tocando a su fin, he podido desempeñar esas funciones en el CEP de Antequera. 

Igualmente, considero necesario y de justicia decir que creo que de los CEPs que he podido conocer, ya existen algunos que han optado por una línea "disruptiva", es decir, que a pesar de la pasión por el papeleo y la centralización que, cada vez más, asfixia el trabajo de todos y todas las docentes, se ha intentado y se está intentando dotar de valor y sentido al trabajo desempeñado. No obstante,creo que siguen siendo rara avis. 

Tras las anteriores aclaraciones, me propongo a analizar aquellos aspectos que creo que han de ser fruto de un profundo análisis por aquellos y aquellas a quien corresponda.

La primera duda que me surgió, apenas días después de asumir el reto de asesor de formación, fue ¿por qué se está tan mal visto en los centros docentes? Poco a poco, y conforme avanzaba el curso esta duda se se fue disipando. El único camino para que se sea mejor valorado en los centros es estar presentes en ellos, vivir en ellos y ofrecer ayuda en el aula. Hemos de alejarnos de posturas de "vendedores" de cursos, de visitas fugaces o de contactos sólo y exclusivamente con los equipos directivos. Lo que no se conoce no se valora y, tras este largo año, he podido comprobar que los centros no nos conocen, no saben cuál es nuestra labor y qué ayuda podemos ofrecerles. 

Ante lo anterior y, yendo mucho más allá de lo que quizás me pueda permitir desde mi posición de humilde maestro, las asesorías de formación deberían tener un horario de permanencia obligatoria en los centros. 

Otro de los aspectos que me han minado y finalmente empujado a volver a mi centro, con mi alumnado, es la imposibilidad de aplicar el III Plan de formación permanente del profesorado. Somos expertos en rellenar papeles con amplios y bonitos pasajes de cómo deberían ser las cosas (a las pruebas me remito con esta entrada), de llenar folios y folios con "maravillosa" normativa y planes de trabajo que, o cambian mucho las cosas, o son, simple y llanamente, irrealizables.

Si analizamos dicho plan, es perfecto, una apuesta clara por la innovación, la formación del profesorado, la mejora de los centros y su influencia en la mejora de los resultados escolares del alumnado (para otro día dejaremos qué se entiende y qué se debería entender por resultados escolares). Sólo tiene un problema, que no se está aplicando y que a día de hoy no se puede aplicar. Para que dicho plan llegue a buen puerto, los responsables de dinamizar las diferentes líneas estratégicas de formación, que no son otros que los CEPs y sus equipos técnicos de formación (asesores y asesoras), han de ser liberados de ingentes funciones burocráticas que ocupan practicamente todo su tiempo y han de ser animados (y en el que caso de que la animación no sirva, obligados) a visitar los centros con una frecuencia suficiente como para que el profesorado los entienda como una persona más del claustro, como una persona que a través de su trabajo nos puede ayudar a mejorar como docentes y a resolver nuestros problemas diarios de aula.

Papeleo by CGPXK en Flickr. CC BY-NC-ND 2.0
Por tanto, la apuesta que la consejería de educación ha hecho sobre el papel, ha de hacerla sobre la práctica. Ha de fomentar que el profesorado participe en acciones formativas constructivas y llenas de sentido, contextualizadas en sus centros y asistidas/guiadas/ayudadas por las asesorías de formación. 

La anterior reflexión nos lleva a la siguiente ¿En qué consiste actualmete formarse en el centro?. Sobre el papel, en participar en grupos de trabajo o formaciones en centros, bajo un proyecto claro y contextualizado y donde el profesorado resuelva o ayude a resolver problemas que han detectacto en su práctica diaria. Ahora bien, sobre el terreno dichas formaciones consisten en una nueva carga burocrática para el profesorado, que han de dejar constancia de la misma en una plataforma, llamada colabor@, y que con los medios y recursos que de forma gratuita contamos en la actualidad (google, apps, hangout, blogs....) es obsoleta, totalmente rechazada por el profesorado y poco útil o ágil. La realidad es que el profesorado que participa en esos grupos de trabajo o formaciones en centro no son asesorados como debieran, no son acompañados como se merecen y, en muchas ocasiones, simplemente son exigidos, por medio de papeles y más papeles, a través de dicha plataforma. Mejor no entramos en la pérdida de tiempo que supone intentar acceder colabor@ en determinados días, los documentos que se pierden, las carpetas que se borran, etc. ¿No podríamos plantearnos que cada gt o fc hicieran un blog y a modo de portolio fueran contando qué es lo que realmente están haciendo, cómo lo están aplicando al aula, etc? Creo que sería una forma de animar a muchos y muchas docentes a ver buenas prácticas, a compartir y a mejorar.


Seguimos enlazando unas cuestiones con otras. Como he dicho, son muchas las ocasiones en que los contactos con esos grupos de trabajo y formaciones en centro son puntuales, dos/tres al año y que el único contacto continuo es a través de la fiscalización en colabor@. Por tanto ¿qué van a pensar de los asesores y asesoras en los centros?¿que ayuda se recibe de ellos y ellas?. Tras mi paso por el CEP, he podido conocer a muchos y muchas compañeras y doy fe de que gran parte de ellos son currantes natos, personas implicadas en la formación, en la mejora y en el cambio del modelo educativo, pero que a día de hoy y en base a la excesiva burocratización no pueden hacer su labor. A esta gente hay que liberarla y dejarla fluir, tienen maravillosas ideas y hay que escucharlas y apoyarlas. Nos encontramos, bajo mi punto de vista, con el arma más poderosa con que cuenta la administración para impulsar nuevas líneas, mejores docentes y mejores resultados (mejores alumnos y alumnas en la resolución de problemas en su vida diaria). Pero este grupo de personas se encuentran con muchos peros y muchas contras, las cuales vamos a resumir en tres:

1. Mala valoración del profesorado, aspecto que ya hemos analizado y sobre el cual hemos intentado aportar una solución.

2. Asfixia burocrática, también analizado, con difícil solución si no hay un cambio de rumbo de la política educativa (parece que es más importante que haya papeles a que haya buenas clases, buenos docentes y buena formación). 

3. El enemigo está en casa. 

Vamos a analizar el tercer aspecto. Al referirme a que el enemigo está en casa quisiera aludir a diferentes vivencias que he tenido que sufrir en este año escolar. 

Empezaremos aludiendo a la multiplicidad de planes, programas y proyectos educativos existentes ¿Cuántos existen?.....¿en cuántos participa tu centro?....y son verdad o mentira. De la gran cantidad de los que existen pocos calan en los centros y pocos centros exprimen sus posibilidades. Nuevamente, y en términos generales, la participación se limita a justificar determinados aspectos en colabor@ o en Séneca, los cuales sirven para decir de forma altisonante que cientos de centros andaluces son centros bilingües, convivencia +, que pertenecen a la red andaluza de "Escuela: espacio de paz", en el plan de consumo de frutas, en kioto educa, en crece con tu árbol, que tienen programas lingüísticos de centro, que son ecoescuela, etc, etc, etc. Existe un problema. Cuando desde las asesorías de formación se buscan buenas prácticas de estos programas para las sesiones "formativas" son bastante difíciles de encontrar, primero por la baja presencia temporal de las asesorías en los centros y, después y más importante, debido a que gran parte de estos programas no se desarrollan adecuadamente en dichos centros, los cuales, ante la falta de ejemplos, guías y formaciones significativas se limitan a realizar acciones muy puntuales sobre los mismos. Pero parece que lo importante es decir que cientos de centros andaluces "participan" en dichos programas (datos cuantitativos) y poder publicitarlo y venderlo cuando haga falta, pero la calidad de esa participación parece no importar mucho. 

La solución pasa por disminuir el número de planes y programas, en hacerlos más reales, valorados, exigidos y motivados. En incluso convertirlos en obligatorios ¿qué culpa tiene el alumnado de que su profesorado quiera o no convertir su centro en bilingüe, en emanador de paz y convivencia, de valores ecológicos? Si la consejería entiende que el bilingüismo es bueno, debería establecer un plazo en que todos los centros fueran bilingües, y mejorar y obligar a formarse al profesorado sobre esta temática. La misma conclusión podemos aplicar al resto de planes y programas. Aquí la asesorías de formación deberían ser más escuchadas y tener un mayor protagonismo.

La segunda reflexión, en relación al enemigo está en casa, la podemos atribuir a la existencia de una parte de la administración y de la red asesora muy identificada con las labores burocráticas y que no siente la necesidad de aumentar nuestra presencia en los centros y nuestro contacto directo con el profesorado. La solución está clara. Esta red asesora debe ser potente, innovadora y con ganas de cambio, ha de estar copada por docentes implicados en procesos de mejora, con una trayectoria de formación e innovación contrastada, con experiencias prácticas que atesoren su valía y, una vez dentro, con la posibilidad/obligatoriedad de irradiar dicha experiencia al profesorado. Una gran parte de los asesores y asesoras que he conocido responden a esos criterios, sólamente falta que la administración se ponga las pilas y anime/obligue al resto a que den el paso hacia el cambio de modelo. Se ha de erradicar la idea y percepción general entre el profesorado de que los asesores y asesoras de formación son personas que han huído del aula. Hay que ponerse manos a la obra en ese sentido, siendo el primero de los pasos que todos y todas las asesoras de formación sean grandes ejemplos y docentes referentes con continua presencia en los centros educativos.

Burocracia by Nearsoft INC en Flicr CC BY NC-SA 2.0

Para ir terminando considero que también hemos de reflexionar sobre el tiempo que ha de estar un docente desempeñando labores de asesor o asesora. Unos de mis primeros desencantos de esta función vino propiciado por pérdida de credibilidad en los centros. Hecho que pude ir paliando mostrando mis experiencias de aula, los proyectos en que me había embarcado con mi alumnado y los resultados que había obtenido. Pero es duro llegar a un centro y notar que no tienes credibilidad ya que piensan que has huído del aula. Para ello, el asesor o asesora de formación ha de ser una persona con una experiencia cercana en sus centros, en su etapa de docente. Creo que es necesario replantear la posibilidad de que muchos y muchas pasen tiempos ilimitados en los CEPs, cuatro años me parecen muchos, ocho exagerados, más años algo incomprensible.


Podríamos seguir reflexionando sobre todo lo anterior, pero no quiero extenderme más, simplemente redundaría en una necesidad imperante. La necesidad de cambio, de presencia de los asesores y asesoras en los centros y las aulas y la descentralización por parte de la Consejería. Si se plantea, como de hecho se hace, sacar de sus aulas a 350 profesionales para dinamizar la formación y mejorar el sector docente, se ha de apostar por ellos y ellas, cederles mayor protagonismo y autonomía, no imponer diseños de formaciones cerradas y, por encima de todo, liberarlos de burocracia para que todo lo demás pueda ser realizado.

Todo lo anterior, unido a mi anhelo de seguir siendo maestro en contacto directo con mi alumnado, me han hecho ir desencantándome a lo largo del año, con lo cual, con energías renovadas y considerando que hoy en día el cambio no está ni en las universidades, ni en la administración, ni en los CEPs, sino en movimientos que están surgiendo desde las aulas y que se organizan, apoyan y comunican a través de las redes sociales, vuelvo al aula con ganas de luchar por una mejor escuela pública.

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo en todo. Reflejas perfectamente las mismas decepciones y reflexiones que llevo planteándome en este año y medio de asesora de formación. Me encantaría que esto lo leyera todo el organigrama de personas que toman esas decisiones.
    Gracias compañero.

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