PLEleando para desINFOXICARme
…y nunca mejor dicho, dice Karol Krol (@carlosinho) en su artículo How to fight information overload,
“el exceso de información es una criatura que ha estado creciendo en
Internet desde los comienzos de éste. Mientras mayor es Internet, más
información hay. Mientras más calidad tiene la información que
consultamos, más queremos consumirla. Mientras más la consumimos, más
desbordados nos sentimos.”
Y, digo yo, habrá que poner un tope, decir, al estilo de Mayra Gómez
Kemp (ya vamos teniendo unos añitos), hasta aquí puedo leer, establecer
un filtro, una estrategia para no sentirnos sobrepasados y superados por
el aluvión de iniciativas, estrategias, experiencias que, sin lugar a
dudas, nos gustaría poner en práctica, pero para las cuales no tenemos
tiempo material, por no hablar de medios o recursos. En este sentido,
Manuel Jiménez (@manolitotic), en su artículo Infobesity ¿y tú que dietas llevas? Refiere
que a principios de esta década llegó a sus oídos que se necesitarían
catorce años para leer todas las entradas de Wikipedia en inglés. En la
misma línea se expresa Juan José Baños (@juanjbano), en su artículo Sobrecarga informativa o infobesidad, gestionando la infoxicación, cuando dice que “en
el año 2011 la red albergaba la cantidad de información necesaria para
llenar 57500 millones de iPads con los que se podría construir una pared
de 6 metros de alto alrededor de Sudamérica” , y lo que es más,
que dicha información se duplica cada dos años. Aunque esta cifra se nos
antoja escasa en comparación con el pronóstico de Rohit Bhargava (@rogitbhargava), profesor de Marketing Global en la Universidad de Georgetown, y autor de Manifesto For The Content Curator: The Next Big Social Media Job Of The Future?,
que señala que la información recogida en Internet se duplicará cada 72
horas dentro de unos años. Los datos pueden ser incluso más abrumadores
si consultamos el artículo Overcoming Mythology in the Debate over Media Ownership
de Adam Thierier (@AdamHhierer), el cual nos viene a decir, entre otras
cosas, que una edición diaria del New York Times contiene más
información de la que una persona iba a disponer a lo largo de toda su
vida en el siglo XVII. Si esta afirmación, que era del año 2004, la
tratamos de trasladar a la actualidad y le aplicamos las predicciones de
Bhargava, citadas con anterioridad, nos podemos hacer una idea, o no,
del volumen informativo al que podemos acceder hoy en día.
Por tanto, es imposible que podamos digerir tan ingente cantidad de
información y, asumiendo nuestros límites, se hace imprescindible que
adoptemos estrategias que nos ayudan a filtrar y organizar aquella que
más nos interesa. No sólo por sentirnos mejor y encontrar sentido a
nuestro “viaje informativo” sino también por cuestionarnos, como hace
Toni Güell en su artículo sobre Infoxicación vs creatividad y productividad, si
ese exceso de información nos deja lugar a estar tranquilos y no
paralizar nuestro proceso creativo y productivo, centrándonos sólo en
albergar, almacenar o gestionar la mayor información posible.
Con esta última cuestión he de decir que me siento plenamente
identificado, pues desde mi “irrupción” en esto de Internet, y más
concretamente, desde mi incorporación al mundo de la redes sociales a
través de Twitter, he sentido en más de una ocasión que me estaba
perdiendo cosas, que no poder leer los tuits de las personas a las que
seguía, no poder detenerme en el análisis de la iniciativa de un docente
que me parecía interesante, no ocupar tiempo suficiente a un artículo
sobre un tema que apuntaba a mi línea de flotación, me hacían sentir no
solo desbordado, sino peor docente.
Menos mal que me animé a participar en #eduPLEmooc y ahora mismo me
encuentro analizando y digiriendo este término de infoxicación.
El primer paso, ante esa avalancha informativa es realizar un
filtrado de dicha información, respondiendo a una pregunta esencial
¿Qué me interesa?
¿Qué quiero conocer?
Mi experiencia en este tema ha pasado por varias fases. Una primera
en la que, con el fin de acceder a fuentes bibliográficas de interés y
contrastadas me sumergí en buscadores específicos de mi área de
conocimiento (sportdiscus, rediris, o revistas especializadas en ciencias del deporte,
por poner varios ejemplos). Ahora bien, el acceso a estas fuentes de
información no resultaba fácil, pues había de hacerlo desde organismos
oficiales, llámense Instituto Andaluz del Deporte, Universidad, etc. El
resultado de este proceso de búsqueda terminaba normalmente con una
sensación de hastío y gran esfuerzo para poco logro, pues los motores de
búsqueda no tenían fácil manejo y el filtrado que ofrecían, parecía ser
poco efectivo. Afortunadamente, los fines que me llevaban a embarcarme
en esta aventura pasaron hace tiempo, pues si bien me llevaron al puerto
que buscaba en aquel momento, los datos que encontraba eran puramente
académicos. A ver cómo explico esto sin dañar a nadie, escritos por
gente que opinaba/investigaba de mi área (la Educación Física y el
deporte) y que en un gran porcentaje de los casos lo más cerca que veían
un niño era al pasar por el paso de peatones que llevaba a la puerta de
algún colegio camino de su “laboratorio”.
La segunda fase, y, sin duda, mucho más interesante comenzó cuando me
centré en mi labor docente, en el proceso diario de
investigación-acción. Aquí me interesaba conocer datos prácticos,
iniciativas llevadas a cabo por compañeros y compañeras que todos los
días sentían el aire del patio en su cara. Y aquí me infoxiqué hasta las
trancas. Una simple búsqueda a través de google, con o sin filtro,
shortcuts, etc., daba lugar a una inmensidad de páginas, blogs, vídeos,
apuntes, muchos de ellos interesantísimos, pero que mi humilde mente no
podía digerir. Esto me hacía sentir desfasado en muchos casos,
desconectado en otros, pero, sobre todo, desbordado.
Comencé mi proceso de desinfoxicación haciendo un “filtrado” basado en diferentes preguntas, tales como:
¿Me interesa esta iniciativa?
¿Es viable en mi entorno?
¿La puedo llevar a cabo en los próximos cursos?
Si la respuesta a dos de esas preguntas era afirmativa, esa
información pasaba a formar parte de mi red de información, a través de
los marcadores típicos, bases de datos a través de Excel o incluso
rudimentarias listas de texto.
Cómo podéis imaginar, ese acumulo de información también resultaba
difícil de gestionar, por lo cual empecé a utilizar apps de google y
delicious, el cual sin lugar a dudas, me resolvió muchos problemas y
comenzó a darle sentido a mi red personal de aprendizaje y, en esas
estaba cuando me embarqué en #eduPLEmooc y comencé a conocer
herramientas como feedly, netvibes o diigo.
Hasta el momento, estoy pasando toda la información que tenía en
delicious o mi cuenta de diigo, pues me parece mucho más potente y
versátil, tanto en sus mejores y mayores posibilidades de compartir,
como en la de creación de grupos y seguimiento de los mismos.
Igualmente, feedly ha sido un gran descubrimiento, pues si bien lo
conocía, no me había animado a su “conquista” y seguía con mi
“prehistórico” seguimiento basado en marcadores rss de mi navegador, lo
cual suponía un problema al utilizar, como hago, varios dispositivos.
Respecto al tratamiento de estos temas con mis alumnos,
utilizo la red para ampliación y consolidación de contenidos. Ahora
bien, no han sido pocos los obstáculos que hemos tenido que ir
superando, la mayoría de ellos provocados por el desconocimiento de la
red o, más bien de su uso (no sólo por parte del alumnado). En este
sentido, no puedo estar más de acuerdo con Juanfra Álvarez (@juanfratic)
cuando en su artículo Curando la infoxicación con una buena gestión del tiempo y la información, dice
que los alumnos actuales son mal llamados nativos digitales, pues les
otorgamos, de antemano, la habilidad de manejarse en la red, cuando en
realidad son usuarios habituales de diferentes apps y redes sociales,
pero desconocen profundamente aspectos tales como la huella e identidad
digital, gestión de información o filtrado de la misma. Es más, suelen
usar como principal fuente de conocimiento en la red los datos ofrecidos
por la Wikipedia o la primera entrada de un blog o artículo de una
página web que hable de aquello que están buscando.
Para evitar esto, no podemos limitarnos a encomendarles búsquedas sin
más, sino que hemos de construir caminos y redes que permitan que dicha
búsqueda, además de útil sea significativa. Para ello, suelo
establecerme los siguientes pasos:
- WEBQUEST: en las cuales los alumnos resuelven un reto y el docente les proporciona fuentes de información contrastada y válida para la tarea que se les encomienda (como ejemplo dejo la webquest “Un problema de flexibilidad”).
- FILTRADO BÁSICO: cuando los alumnos se familiarizan con el uso de la red siempre aconsejo que consulten más de una página y que comprueben que los datos guardan cierta similitud, signo de que lo encontrado no es fruto de la casualidad o de la “originalidad” de ciertos autores.
- CONSTRUIR INFORMACIÓN: para alejarnos del corta y pega, pido a mis alumnos y alumnas que expresen con sus propias palabras lo que han entendido en su búsqueda y anoten/pregunten aquellos términos que no han entendio. En este sentido, me parece muy interesante la experiencia de Manel Guzmán (@ManelGuzm), que podemos leer en su artículo Desarrollar la competencia de gestión de la información en primaria.
- COMPARTIR INFORMACIÓN: y aquí es donde me encuentro ahora, pues me gustaría utilizar feedly, diigo y pinterest para construir redes de información entre el alumnado y sean ellos, a través del desarrollo de la competencia digital, los que construyan su propio conocimiento y, además, de forma colaborativa.
En definitiva, la infoxicación y su consiguiente desinfoxicación
ha de ser una realidad a tener muy presente en los procesos de
enseñanza-aprendizaje con el objetivo de desarrollar la tan ansiada y
necesitada competencia digital.
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